En un par de días se abrirá la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, más conocida como Río + 20. Veinte años después de la famosa «Cumbre de la Tierra» está comprometida la humanidad con el desarrollo sostenible o sustentable o no?

Dos índices ilustra la falta de ambición de la comunidad internacional:

1 / La agenda de la conferencia de tres días, «La economía verde para el desarrollo sostenible y la lucha contra la pobreza» parece poner los conceptos al revés.

2 / La duración de la Conferencia es muy corta (3 días), y las presencias oficiales limitadas (la no presencia del Presidente Obama de los Estados Unidos, y Angela Merkel).

La Cumbre de la Tierra en Río en 1992 había afirmado el desarrollo sostenible como un concepto integrador  e incluso consensual (clásicamente definido como la integración de los derechos económicos, sociales y ambientales, a los cuales a veces se añade la dimensión cultural o la dimensión política). En 2002, en Johannesburgo, se hizo hincapié en la participación de las empresas y las asociaciones Estados-empresas y Estados-organizaciones no gubernamentales.

¿Por qué, al momento cuando las emergencias se han acelerado, la interrelación de la crisis ambiental, económica, financiera, social y cultural es evidente cada vez más para los actores, colocar una vez más la economía en el centro de esta conferencia? Una buena razón tal vez, y algunas no tan buenas …

El propósito de la conferencia también parece muy reducido cuando se compara a los desafíos: 3 días, cuando era dos semanas en 1992 y una semana en 2012. El mismo presidente francés, F. Holanda, que no es sospechoso de radicalismo ecológico, está preocupado. La movilización de los actores muestra que las expectativas de todo, son importantes:

– La sociedad civil, una vez más por delante de los Estados, está preparando una «Cumbre de los Pueblos» que atraería  la atención de los medios de comunicación si la conferencia oficial es un fracaso.

– Los ancianos («The Elders«) en la plenitud de la vida y de su actividad en 1992, una voz de alarma más, atraer la atención de las generaciones más jóvenes, a los cuales quieren transmitir un mensaje de emergencia y esperanza. Estamos en «La urgencia de la metamorfosis», recuerda Edgar Morin. Esto se puede mencionar a todos los niveles: en Francia el Colectivo «Roosevelt 2012» tiene por objeto la convocatoria de Stephane Hessel, para reunir a los ciudadanos alrededor de 15 propuestas concretas. Por otra parte, las generaciones más jóvenes se están moviendo: en África del Norte, Quebec, en Birmania, y también en América del Sur, donde la población dice que otro modelo de «desarrollo» a la solución ilusoria de grandes infraestructuras eléctricas y de transporte, que destruyen los ecosistemas de los cuales las comunidades locales obtienen sus medios de subsistencia y de bienestar. «Nosotros no somos pobres», dice el jefe de una comunidad indígena en lucha contra los proyectos mineros cerca de la Sierra del Cóndor en el Perú.

El propio desarrollo sostenible es un concepto a punto de ser superado. No refleja la urgencia de la situación. El descrecimiento es un concepto a menudo en contra-productivo, ya que no se definen por un objetivo positivo, pero un rechazo. Para que nuestra economía sea sostenible, determinados bienes o servicios deben crecer, otros disminuir.

Dentro de la sociedad civil, la transición ecológica y social se va convirtiendo en el horizonte actual sobre cual los ciudadanos, los gobiernos y los agentes económicos pueden ponerse de acuerdo. Poco mencionado, salvo por los territorios del movimiento de los ciudadanos en Transición, lo cual está presente en cien países en el mundo, este concepto permite colocar los derechos económicos, sociales y culturales en una perspectiva dinámica.

En contraste con una perspectiva limitada al «crecimiento verde», evocado por las Naciones Unidas el secretario general, la transición implica la movilización de las fuerzas sociales y políticas, hacia una meta compartida. La dimensión económica sigue siendo necesaria, pero no es la clave de esta transición, ni su objetivo principal. Hoy en día la transición debe llegar a otro nivel, y colocarse no sólo en los territorios, sino también los Estados, la comunidad internacional, y las empresas. Río + 20 es una oportunidad para afirmar la necesidad de incluir el desarrollo sostenible en este horizonte transformador.

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